Carna
Carna fue una ninfa del bosque de Helerno cuyo culto, que incluía sacrificios humanos, se extendió largo tiempo después de la fundación de Roma. Tenía Carna un carácter duro y su excepcional belleza le valía muchos pretendientes a quienes abandonaba en el bosque engañándolos. Uno de esos pretendientes fue Jano, dios de dos caras, que, pudiendo ver lo ocurría a sus espaldas, advirtió que Carna se ocultaba detrás de unos matorrales. Va tras ella y la sorprende en su escondite. Consumada su pasión y a cambio de haberle quitado la virginidad, Jano regala a Carna una rama de Espino blanco que repele de las puertas agravios y le proporciona “derecho sobre los goznes”.
La rama de Espino blanco sirvió a Carna para realizar un ritual con el que curaría al rey Procas de una afección producida por vampiros que entraron a su habitación cuando este tenía cinco años. De los vampiros no se tenía la certeza de que nacieran de esa forma o bien fueran brujas convertidas en pájaros por algún encantamiento.
Ovidio habla de ella en el Libro VI de Fastos.