Rapto de las sibinas
Fundada Roma y establecido el gobierno de Rómulo después de la muerte de su hermano, la ciudad, sólo habitada hasta entonces por varones, se vio en la necesidad de procurarse nuevos hijos. Los pueblos vecinos despreciaban a los romanos y no celebraban alianzas matrimoniales con ellos. El autor antiguo Ovidio, en Fastos, dice: “Los ricos pueblos vecinos despreciaban a los yernos pobres, y difícilmente creían que yo era el autor de sus días. Les perjudicaba habitar en las cabañas y apacentar ovejas y tener unas pocas yugadas de suelo sin cultivar. Cada pájaro y cada alimaña forman su collera y la culebra encuentra alguna con la que reproducirse. A las tribus más remotas les es dado el matrimonio. En cambio, no había ninguna que quisiera casarse con los romanos”.
Rómulo dispuso una fiesta en honor a la antigua divinidad itálica Consus que gozaba de gran adhesión de fieles y popularidad. Consiguió numerosos concurrentes de los pueblos inmediatos y, especialmente, sabinos. A una órden de Rómulo, sus guerreros se precipitaron contra el gentío, matando y dispersando a los varones y secuestrando a las mujeres.
Este fue el motivo de que el rey sabino Acrón se levantara en armas contra Roma, desarrollándose así el primer enfrentamiento militar que protagonizó esta nación. Rómulo vence a Acrón en singular combate, en tanto los pueblos sabinos avanzaron unidos sobre Roma.
Fueron las mujeres sabinas las que ordenaron detener el ataque, interponiéndose con valentía en el campo de batalla entre sus compatriotas, en algunos casos sus propios padres y hermanos, y sus recientes esposos. Un tratado aseguró la paz entre ambos pueblos y los sabinos, con Tacio por rey, se establecieron en el Quirinal.
Entre las mujeres sabinas se destacó Hersilia, casada con Hestilio, compañero de Rómulo muerto en la batalla. Hesilia tuvo un papel destacado en la pacificación del conflicto. Una tradición la hace esposa del propio Rómulo, con quien habría tenido dos hijos, Prima y Anlio o Avilio. Asciende a la mansión celestial junto a Rómulo bajo el nombre de Hera Quirini.
Otra leyenda refiere que la virgen vestal Tarpeya, hija de Espurio Tarpeyo, que era gobernador de la ciudadela de la colina Capitolina, traicionó a los romanos abriendo las puertas de la muralla con la intención de recibir obsequios de los soldados sabinos. Las tropas enemigas al ingresar la arrojaron al vacío desde la roca que aún hoy lleva su nombre junto a la cima sur de la colina Capitalina.