Ovidio
Fastos
Libro VI
Junio. Día 1: Carna
Dia 1: Carna
El primer día se te concede a ti, Carna—. Esta es la diosa del gozne; por su voluntad, abre lo que está cerrado y cierra lo que está abierto. El tiempo ha oscurecido el conocimiento sobre el origen del poder que posee, pero tu podrás informarte con mi [105] poema. El antiguo bosque de Helerno— está situado junto al Tíber; todavía hacen allí sacrificios los pontífices. Allí nació una ninfa (los antiguos la llamaron Crane) requerida en vano muchas veces por numerosos pretendientes. Acostumbraba a recorrer los campos y perseguir con dardos a [110] las fieras y echar las redes anudadas en un valle profundo. No llevaba carcaj; sin embargo, creían que era hermana de Febo; y no tenías que avergonzarte de ella, Febo. Si algún joven le había dicho palabras de amor, al punto le contestaba ella con estas palabras: «Este sitio tiene demasiada [115] luz y con la luz me da vergüenza; mas bien, si me llevas a una cueva apartada, yo te sigo». Según echaba adelante crédulamente, ella se quedaba atrás entre los matorrales y se ocultaba, y no había manera de encontrarla. Jano la había visto, y preso de pasión al verla, había empleado [120] blandas palabras frente a su dureza. La ninfa, como era su costumbre, le invito a que buscasen una cueva mas alejada, e iba acompañándole, pero se descolgó de su guía. ¡Tonta! Jano ve lo que ocurre a su espalda; nada adelantaste, y él vio desde atrás su escondite. ; ¡Eh!, te he [125] dicho que nada adelantaste: pues te sorprendió con sus abrazos oculta en la quebrada y, colmadas sus esperanzas, dijo: «A cambio de nuestra unión tendrás derecho sobre los goznes; esta es la recompensa que vas a recibir por haber perdido la virginidad». Diciendo esto, le dio una espina (la cual era blanca) con la que pudiese repeler de las puertas [130] los amargos agravios.
Carna y las brujas
Hay unos pájaros voraces, no los que engañaban las fauces de Fineo— con los manjares, pero tienen la descendenda de ellos. Tienen una cabeza grande, ojos fijos, picos aptos para la rapiña, las plumas blancas y anzuelos por uñas. Vuelan de noche y atacan [135] a los niños, desamparados de nodriza, y maltratan sus cuerpos, que desgarran en la cuna. Dicen que desgarran con el pico las vísceras de quien todavía es lactante y tienen las fauces llenas de la sangre que beben. Su nombre es «vampiro» (striges); pero la razón de este nombre es que [140] acostumbra a graznar (stridere) de noche en forma escalofriante. Asi pues, tanto si estos pajaros nacen, como si los engendra el encantamiento y son viejas brujas que un maleficio marso— transforma en pájaros, llegaron a meterse en la habitación de Proca—. Este, que habia nacido en dicha habitacion, era con sus cinco años de edad [145] un botín fresco para los pájaros, que chuparon el pecho del niño con sus lenguas voraces; el desgraciado muchacho daba vagidos y pedía socorro. Asustada por la voz de su pupilo acudió corriendo la nodriza y halló sus mejillas arañadas por las aceradas uñas. ¿Que podía hacer? El color [150] de su cara era el que suelen tener las hojas tardías a las que ha marchitado el recién llegado invierno. Fue en busca de Crane y le contó lo sucedido. Crane le dijo: «Abandona tu temor, tu pupilo se salvara». Se llegó a la cuna; el padre y la madre lloraban. Ella les dijo: «Contened vuestras lágrimas, [155] yo lo voy a curar». Inmediatamente tocó tres veces consecutivas las jambas de la puerta con hojas de madroño; tres veces con hojas de madroño señaló el umbral. Salpicó con agua la entrada (el agua también era medicinal) y sostenía las entrañas crudas de una marrana de dos meses. Y dijo del siguente modo: «Pajaros nocturnos, respetad [160] el cuerpo del niño; por un pequeño es sacrificada una víctima pequeña. Tomad, os lo mego, corazón por corazón y entrañas por entrañas. Esta vida os entregamos por otra mejor». Cuando hubo sacrificado de esta manera, colocó al aire libre las entrañas partidas y prohibió a los que estaban presentes en la ceremonia volver la vista atrás—. Colocó una vara de Jano, tomada de la espina blanca, [165] donde una pequeña ventana daba luz a la habitación. Cuentan que, con posterioridad a aquel rito, los pájaros no ultrajaron la cuna, y el niño recobró el color que antes tenía.
Comidas especiales de este día
¿Me preguntas por qué se come tocino grasiento aquellas calendas, y por qué [170] mezclan habas con espelta caliente? Ella es una diosa antigua y se alimenta con la comida que acostumbraba antes, y no es golosa como para desear manjares de importación. El pez nadaba con aquellas gentes todavía sin temor al anzuelo y las ostras estaban seguras dentro de sus conchas. El [175] Lacio no conocía las aves que suministra la rica Jonia—ni el pajaro que se deleita con la sangre pigmea—. Y del pavo real no agradaban más que las plumas, y la tierra no había enviado antes los animales capturados. El cerdo estaba en estima: las fiestas las celebraban con matanza de cerdos; la tierra solo daba habas y espelta dura. Quienquiera [180] que come en las calendas del sexto mes estos dos productos al mismo tiempo, dicen que a este no le pueden doler las tripas.