Fama
Fama es hija de Tellus. Diosa de la fama y de la infamia, del chisme, del rumor, las habladurías y la murmuración. Con sus muchas bocas y ojos y su habilidad para viajar rápidamente por el aire, se desliza de noche como una sombra y de día pregona noticias verdaderas y falsas desde lo alto de las torres en las ciudades.
Tiene un palacio de bronce abierto a los cuatro puntos cardinales desde el que devuelve, amplificadas, las palabras que recibe. Comparte su vivienda con la Credulidad, el Error, la Falsa alegría, el Terror, la Seducción y los Falsos rumores.
Fama en La Eneida
Genealogía y descripción de Fama
«Vuela al punto la Fama por las grandes ciudades de la Libia; la Fama, la más veloz de todas las plagas, que vive con la movilidad y corriendo se fortalece; pequeña y medrosa al principio, pronto se remonta a los aires, y con los pies en el suelo, esconde su cabeza entre las nubes. Cuéntase que, irritada de la ira de los dioses, su madre la Tierra la concibió, última hermana de Ceo y Encélado, rápida por sus pies y sus infatigables alas; monstruo horrendo, enorme, cubierto el cuerpo de plumas, y que debajo de ellas tiene otros tantos ojos, siempre vigilantes, ¡oh, maravilla!, y otras tantas lenguas y otras tantas parleras bocas y aguza otras tantas orejas. De noche tiende su estridente vuelo por la sombra entre el cielo y la tierra, sin que cierre nunca sus ojos el dulce sueño; de día se instala cual centinela en la cima de un tejado o en una alta torre y llena de espanto las grandes ciudades, mensajera tan tenaz de lo falso y de lo malo como de lo verdadero».
Fragmento del Libro IV de La Eneida, Virgilio.
Fama en Metamorfosis, de Ovidio
La Fama
Del orbe un lugar hay en el medio, entre las tierras y el mar
y las celestes extensiones, los confines de ese triple mundo, 40
desde donde lo que hay en dondequiera, aunque largos trechos diste,
se divisa, y penetra toda voz hasta sus huecos oídos.
La Fama lo posee, y su morada se eligió en su suprema ciudadela,
e innumerables entradas y mil agujeros a sus aposentos
añadió y con ningunas puertas encerró sus umbrales. 45
De noche y de día está abierta: toda es de bronce resonante,
toda susurra y las voces repite e itera lo que oye.
Ninguna quietud dentro y silencios por ninguna parte;
y ni aun así hay gritos, sino de poca voz murmullos
cuales los de las olas, si alguien de lejos las oye, del piélago 50
ser suelen, o cual el sonido que, cuando Júpiter
increpa a las negras nubes, los extremos truenos devuelven.
Sus atrios un gentío los posee. Vienen, leve vulgo, y van,
y mezclados con los verdaderos los inventados deambulan,
miles de tales rumores, y confusas palabras revuelan. 55
De los cuales, éstos llenan de relatos los vacíos oídos,
éstos lo narrado llevan a otro, y la medida de lo inventado
crece y a lo oído algo añade su nuevo autor.
Allí la Credulidad, allí el temerario Error
y la vana alegría está, y los consternados Temores, 60
y la Sedición repentina, y de dudoso autor los Susurros.
Ella misma qué cosas en el cielo y en el mar se pasen
y en la tierra ve e inquiere a todo el orbe.