Término
el dios inamovible
El dios Término o Terminus fue la divinidad inamovible que presidía los límites o fronteras entre propiedades y castigaba las usurpaciones.
Término llamaban los romanos a los mojones o hitos fronterizos que entonces consistían principalmente en piedras, algunas veces esculpidas e inscriptas. Un término establecía y señalaba el linde entre dos propiedades de tierra, siendo la violación de esos límites de propiedad, es decir, la usurpación, severamente condenada y castigada. En torno a estas piedras se realizaban rituales consagrados al dios que las presidía.
En su colocación participaban todos los vecinos para quienes el término determinaba el trazado de sus tierras. Cavaban un gran hueco donde sería emplazada la roca y se arrojaba dentro al animal sacrificado, junto a miel, vino e incienso antes de depositar sobre todo ello el mojón. Esto protegía el término de quien quisiera desplazarlo, ya que una gran maldición caería sobre quien pretendiese hacerlo.
Se atribuye al rey Numa, quien habría realizado el apeo de todo el territorio romano, la institución de los primeros mojones del imperio y también el primero en haber edificado un templo a este dios.
«El Término venía a ser un linde o mojón, y le hacen sacrificios pública y privadamente en los mismos linderos de los campos, ahora de víctimas animadas; pero en lo antiguo era incruento este sacrificio, discurriendo Numa que el dios Término, que es el conservador de la paz y el testigo de la justicia, debe conservarse puro de toda muerte».
Fragmento de “Numa Pompilio - XI”, Vidas paralelas, Plutarco.
Numa construyó el templo a Término en la roca Tarpeia. Más tarde, cuando Tarquinio Prisco quiso construir allí el templo en honor a Júpiter que continuó Tarquino el Soberbio, se decidió retirar todas las obras del lugar que habían sido consagradas a otros dioses. Todas las estatuas y capillas cedieron a excepción del templo de Término, por lo que el templo de Júpiter conservó una piedra dedicada a Terminus en su interior.