El incremento acelerado y exponencial de estímulos sociales provoca el cambio de nuestras experiencias y de nuestras concepciones, así como una creciente perplejidad ante la multiplicidad y aceleración de realidades y discursos, una fragmentación del yo y sus concepciones (Del Río, 2005; Gergen, 1992, 1998) como consecuencia de la multiplicidad de relaciones, también incoherentes y desconectadas, que nos impulsan en mil direcciones distintas, incitándonos a desempeñar una variedad tal de roles que el concepto mismo de yo auténtico, dotado de características reconocibles, se esfuma (Gergen, 1996). A medida que pasan los años el yo de cada cual se embebe cada vez más del carácter de todos los otros, se coloniza. A medida que avanza la saturación social corremos el riesgo de acabar por convertirnos en pastiches, en imitaciones baratas de los demás.
Pérez, A. (2013). La era digital. Nuevos desafíos educativos. Revista Electrónica Sinéctica, 40, 47-62.